COMPARTIENDO VIDA

DE INDONESIA A BOLIVIA: UNA INTENSA BÚSQUEDA POR EL SENTIDO DE LA VIDA

por Rosa Damai Rahayu

“Sentí una invitación a entregar mi vida a los pobres”
Vivía en Indonesia, tenía diez años, me sentía feliz y más valiente, pertenecía al grupo de la Infancia Islámica Sihabul Annam del norte del río Brantas, donde aprendía Hadits (la enseñanza y sabiduría del Profeta Mahoma), Da´wah (la predicación), Quiro´ah (canto alabanza de las Sagradas Palabras). Sabía defender mi fe, la verdad y santidad de mi religión, me sentía muy orgullosa, ya que podía discutir con personas de otra religión. Fielmente asistía a la Mezquita desde Ashar hasta Magrib (de hs. 15 a hs. 18 hs.) todos los días.

Hasta que un día, sentí una llamada que me animaba a entregar mi vida a los niños pobres, huérfanos y abandonados, a quienes encontraba cada día bajo del viaducto; vivían entre la basura y en las calles. Muchas veces guardé mis recreos para ellos, aprendí a practicar el amal (dar limosna), como parte de los cinco mandamientos de la religión musulmana.

Migración y vida humana en una sociedad que cambia
La historia nos enseña que en momentos de grandes virajes de la civilización ha nacido siempre un nuevo tipo de vida. Ahora bien, hoy en día, todos los signos nos indican el fin de una era y el comienzo de una nueva etapa en la historia de la humanidad.

El gran desafío de la solidaridad y el respeto a las diferencias
Otro de los grandes desafíos es la exclusión a la que son sometidos grandes sectores de la humanidad a causa del proceso actual de la globalización. Una economía insolidaria genera carencias y nuevos tipos de pobrezas, que llevan en definitiva a un progresivo menosprecio de la vida.

No es nada extraño que, como reacción, surjan movimientos fundamentalistas, reaccionarios, que tratan de buscar seguridad en la restauración del pasado.